sábado, 19 de septiembre de 2015

LA VIDA DE JUANCHO

Y hoy, les dejo un cuento de mi autoria... que espero que les guste!

LA VIDA DE JUANCHO

Hola, pueden llamarme Juancho. Mi verdadero nombre, no voy a revelárselos, y además, creo que ni siquiera les interesa conocerlo.

Me considero a mi mismo como un pensador, una especie de filósofo. Y tengo una gran facilidad para hacer amigos,  en general, ellos vienen a visitarme de vez en cuando, pero raramente voy a verlos yo. Cuando conozco a alguien,  es como un  instinto: casi en el acto, me doy cuenta si podemos ser amigos o no. Cuando si, mi amistad es sincera, afectuosa y sin vueltas,  de verdad, soy capaz de dar todo por un amigo. Cuando no, simplemente los evito, me alejo, aunque ellos quieran hacer los buenos y simpaticos conmigo.

Ya les dije, no soy muy aficionado a la actividad física. Correr un rato por las mañanas por el parque, está bien y es suficiente para mi. Debo reconocerles que mi vida fue siempre desahogada: nunca tuve que ir a trabajar a una fábrica o una oficina, siempre tuve una buena casa para vivir y protegerme del frio y el mal tiempo, y jamás me falto una buena comida.  

Me gusta pasear en mi auto, o caminar lentamente por las calles de mi barrio. Pero lo que más me gusta… es estudiar el comportamiento de la gente y las cosas. Me paso las horas frente a la ventana del balcón de mi departamento, y veo todo:  la gente que corre apurada, en realidad, creo que ni siquiera saben porqué van tan apurados, los que van por la vida simplemente, alegremente, que desgraciadamente son muy pocos y me parece que cada vez menos, los que se ven obligados a vivir en las calles, pasando todo tipo de privaciones y sufrimientos. 

Los miro y los estudio a todos. Me gustaría poder decirles “Amigos… no corran sin sentido, no vivan amargados, aprendan a disfrutar de las cosas simples de la vida, aunque sean pequeñas, como las flores, las mariposas o los días soleados de invierno”. 

Muchas veces se los grito desde mi balcón… pero creo que nadie me entiende cuando se los digo, y eso es quizás, lo único que me provoca tristeza en mi vida.

Bueno, por hoy basta de meditar y tratar de arreglar a un mundo que no tiene arreglo. Ya es hora que mi buena amiga Martha, mi mejor amiga, que nos conocemos y queremos desde que yo era muy chiquito, y  por la cual daría mi vida sin vacilar si fuese necesario, me traiga  mi comida, y después enganche la correa a mi collar, asi salimos junros a caminar un rato hasta la placita de mi barrio.


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