Pido perdón a las lectoras femeninas!. Esto es un cuento, una sátira y espero
que sepan apreciarla como tal!.
Quienes me conocen, saben que las respeto y las amo a todas!!
Pedro nació para ser víctima. Su madre enviudó muy joven, y
el casi no tenía recuerdos de su padre. Las
malas lenguas decían que su padre murió de los disgustos (o sería de los
cuernos?), que le daba su esposa.
El pobre Pedro fue toda su infancia un esclavo de su madre.
Volvía de la escuela, y a hacer los trabajos de la casa, los de un hombre que
en la casa no lo había, y los de una mujer porque su madre era una mala persona
y no tenía ganas.
Iba a la escuela de la iglesia del pueblo. Fue víctima de su
maestra, que lo retaba permanentemente porque no hacía bien sus tareas. Claro,
como podría si estaba en su casa trabajando!.
Una vez se lo dijo a su maestra,
y ella, con una sonrisa de sorna en los labios, lo mandó a hablar con el cura.
Como el cura estaba ocupado hablando con una de las mamás más jóvenes y bonitas, lo
derivó a hablar con una monjita anciana y gruñona , que lo regañó “por hijo mal agradecido, criticando a su pobre madre viuda”.
Desde ese día Pedro aprendió algo: a callar. Le decían que
hiciese algo, y lo hacía, ponía todo su
empeño en hacerlo bien, e igual lo retaban y criticaban. Jamás protestaba.
Hasta algunos creían que era mudo. Era víctima de sus compañeros de escuela,
los chicos lo maltrataban y las chicas se burlaban de él.
Poco a poco, en su interior, fue desarrollando un odio
patológico hacia las mujeres: Su madre, su maestra, sus compañeras de clase, la
monjita de la escuela.
Creció, y apenas cumplió los dieciséis, se fue de su casa.
Trabajaba de cualquier cosa, pero , ayudado por su poco carácter, siempre era
víctima de alguien. Entró a trabajar de ayudante de jardinero en una gran mansión. Quien podría
ser el dueño de la mansión?. Una señora entrada en años y con más mal humor que
años.
Trabajaba por poco más que la comida, el ama retaba al jardinero por
cualquier cosa, y siempre, de quien era la culpa?. De Pedro.
Y Pedro seguía
callando, y agregó ahora a la anciana señora a su lista de “mujeres odiadas”.
Cumplió los veinte, seguía trabajando de ayudante del
jardinero, su sueldo había aumentado un poco, y éste le “sugirió”, que para que
no lo echasen el podría protegerlo si fuese su yerno.
Le "sugirió" que podría
casarse con su hija (tenía seis, cinco se habían casado y quedaba una soltera,
lógicamente fea y de mal carácter).
Pedro aceptó, conoció a Ludovica (tal nombre para tal
criatura!), noviaron unos meses, y Pedro
se dijo “Después de todo, quizás todas las mujeres no sean tan malas,
Ludovica me aprecia, me hace sentir bien, si,… me casaré con ella”.
Y así lo hicieron. Se casaron, y la anciana señora les dio
una piecita donde vivir y un baño (que quedaba a
veinte metros de la piecita), a cambio de que ahora en más, en vez de 10 horas diarias
debía trabajar 14.
Y luego del casamiento, como que su mundo no cambió como que
el creía que ocurriría: 14 horas
trabajando, y llegaba y Ludovica lo regañaba por estar tanto tiempo
fuera de la casa, por ser un inútil, porque tenía veinte cosas que hacer en la
casa, porque eran pobres y no podía irse de paseo y porque era un amante
insatisfactorio!.
De la suegra de Pedro, mejor ni hablar. Si todavía existiese
la inquisición , hubiese tenido la suerte que la quemaran en la hoguera por
bruja!. Hasta tenían dos mascotas una gata (que le orinaba los zapatos a Pedro
) y una perra, cuyo entretenimiento favorito era encajarle un buen mordisco de
vez en cuando. (de vez en cuando, vendria a ser dia por medio...)
Los años transcurrieron y Pedro y Ludovica tuvieron dos hijas:
Mariula y Jonasa (No vale la pena aclarar que los nombres los eligieron entre
Ludovica y su madre).
Encima, la más pequeña era rubia y de ojos verdes, cuando
tanto Pedro como Ludovica eran morochos y de ojos marrones. Pero Pedro no
reparó en tales pequeñeces. No reparó porque las dos niñas heredaron de sus
abuelas (las madres de Pedro y Ludovica), eran dos pequeñas brujas que se
divertían fastidiando y maltratando a su padre, instigadas por su madre.
Un día Pedro estaba hablando con Juan, otro joven que entró
como ayudante también. Y Juan le decía:
-Viste Pedro, que en los trigales de la chacra de al lado,
aparecieron marcas: dicen que aterrizó un plato volador!. La gente del pueblo está asustada, y hasta
vino el párroco a bendecir el terreno!.-
Pedro se quedó pensativo. De verdad existiría gente de otros
mundos visitando el pueblo? (para él, el
concepto de “La Tierra” era demasiado profundo).
-Ojalá me lleven!- Le contestó a Juan – Ya estoy harto de las
mujeres de este mundo: mi madre, mi
maestra, la monja,mis compañeras de escuela, el ama, mi mujer, mi suegra, mis
hijas… Todas ya me tienen podrido!. Hasta la perra y la gata!
Y a partir de esa noche, a medianoche, y noche tras noche,
Pedro se iba al campo a ver si veía al famoso “plato volador”. Las semanas
pasaron, los meses y los años, y lo único que conseguía era la burla de todo el mundo, en especial de
su mujer y de sus hijas. Ya ni se acostaba más con su mujer, y un día esta le
anunció muy alegremente “vas a ser papá de vuelta”. Ni siquiera eso discutió.
Se fue al campo y se
quedó acostado entre los trigales maduros. Llegó la noche. Y ahí lo vió: Una
inmensa bola de luz, maravillosa, de colores cambiantes y parpadeantes,
flotando suavemente, como meciéndose en
el agua, a pocos metros del suelo. Si saber como, fue alcanzado por un rayo de
luz y elevado al aire, y se encontró de pronto en el interior de la nave. Una
habitación muy blanca, rodeado de unos seres extraños. No los entendía, pero
captaba la intención de sus pensamientos.
Lo acostaron en una camilla que no era camilla, era energía
pura, era una luz que lo sostenía en el aire. Sin darse cuenta, se encontró que
estaba desnudo. Y ahí le llegó el pensamiento del ser extraterrestre, como la
ola de lava ardiente de un volcán, como una llama incontenible, como una condena
al infierno:
“Este es otro especímen macho, no sirven para nada, pero
parece joven y fuerte. Cástrenlo, que de todos modos lo
podemos llevar como esclavo para que se diviertan nuestras niñas y quizás nos dure muchos años”
Nadie en la zona volvió a ver a Pedro, todos dijeron: “Claro,
al fin el hombre se despertó, y se alejó de todas esas malas mujeres!”